Escribir a mano en la era de las pantallas: por qué importa en educación
Imagen generada por IA.
Cuando necesito aclarar ideas, no abro Notion, ni Word, ni ChatGPT. Saco una libreta y un boli. No es nostalgia. Es ciencia.
Un estudio de la Universidad de Tokio (2021) demostró que escribir a mano activa áreas del cerebro relacionadas con la memoria, el pensamiento conceptual y la creatividad, generando más conexiones neuronales que teclear.
Otro estudio en Psychological Science (Mueller & Oppenheimer, 2014) mostró que tomar apuntes a mano mejora la comprensión y retención, porque obliga al cerebro a procesar, resumir y conectar ideas en lugar de transcribir de forma pasiva.
La neurocientífica Audrey van der Meer (NTNU, 2017) encontró que “la actividad eléctrica en el cerebro es mucho más rica cuando escribimos a mano”, contribuyendo a un aprendizaje más profundo.
¿Y en educación?
Hablamos de tecnología en el aula como si fuera garantía de innovación. Pero sustituir cuadernos por pantallas sin un cambio pedagógico real no es innovación: es reemplazo sin sentido.
Usar herramientas digitales puede aportar valor, pero no deberíamos olvidar que el aprendizaje es también un proceso físico y cognitivo, no solo digital.
Escribir a mano ayuda a:
Retener y comprender mejor.
Procesar y sintetizar ideas.
Fomentar la atención y reducir distracciones.
En un aula saturada de pantallas, quizás uno de los mayores actos de innovación sea conservar espacios de escritura a mano para pensar de forma profunda y creativa.
He probado apps, workflows y sistemas de productividad. Son útiles. Pero cuando estoy bloqueada, escribir a mano siempre me devuelve claridad.
Quizás no necesitamos más herramientas. Necesitamos más momentos para pensar, también en clase.
¿Cómo equilibras el uso de pantallas y la escritura a mano en tus clases o en tu propio aprendizaje? Te leo.