¿Tecnología en el aula o maquillaje digital? Una reflexión urgente sobre innovación educativa

Imagen: Innovación tecnológica versus innovación pedagógica (@yo_runner)

Imagen: viñeta de Yo_runner. Os recomiendo, encarecidamente, todas sus viñetas. Si queréis encontrar más maravillas como esta aquí tenéis su Instagram: Yor_unner

Hace unos días, en el marco de una formación ofrecida por INTEF, surgió una imagen que provocó una de esas reflexiones que se quedan resonando. La comparto aquí porque creo que muchas personas docentes, formadoras y responsables de proyectos educativos necesitamos abrir este debate de forma honesta.

La imagen —una viñeta tan sencilla como poderosa— mostraba cuatro escenas escolares separadas por décadas:

  • 1970: “Os voy a dictar mis apuntes”

  • 1990: “Voy a daros fotocopias de mis apuntes”

  • 2010: “Os voy a poner un PowerPoint de mis apuntes”

  • 2019: “Voy a compartir en Drive mis apuntes”

Cambian las herramientas, pero no el enfoque.
Y ahí está el problema.

¿Realmente estamos innovando?

Lo tecnológico no es sinónimo de innovación. Podemos tener pizarras digitales, apps educativas y acceso a plataformas online… pero si seguimos haciendo lo mismo que hacíamos hace 50 años, solo que con un envoltorio más brillante, no estamos innovando. Estamos maquillando la enseñanza tradicional con recursos modernos.

Lo que esta imagen pone sobre la mesa, de forma casi cómica, es que en demasiadas ocasiones la educación digital sigue girando en torno a los contenidos del profesorado. Y eso perpetúa una lógica unidireccional que poco tiene que ver con un enfoque activo, participativo y centrado en el aprendizaje.

De las herramientas al sentido pedagógico

La clave no está en el recurso, sino en cómo lo integramos en nuestras estrategias. La tecnología puede ser una gran aliada, sí, pero solo si viene acompañada de un cambio en el enfoque, en los objetivos, en la forma de entender la enseñanza y el aprendizaje.

Innovar no es sustituir el dictado por un PowerPoint. Es preguntarnos:
- ¿Qué rol tiene el alumnado en este proceso?
- ¿Qué competencias queremos desarrollar realmente?
- ¿Estamos generando experiencias activas y contextualizadas de aprendizaje?

Las herramientas no son neutras, pero tampoco hacen magia

La viñeta lo refleja con ironía, pero también con mucha verdad. Si seguimos centrando todo en “mis apuntes”, por mucho que cambie el canal, el mensaje sigue siendo el mismo. Y con él, la lógica educativa.

Por eso, en cualquier formación sobre competencia digital docente, conviene hacer un alto en el camino. Más allá de aprender a usar nuevas aplicaciones, lo importante es revisar para qué las usamos y qué tipo de experiencia educativa queremos construir.

¿Te ha pasado también esto en tu práctica docente? ¿Has sentido que cambiabas la herramienta pero no el fondo? Me encantará leerte en comentarios.

Anterior
Anterior

¿Más tecnología en el aula significa más aprendizaje? Spoiler: no

Siguiente
Siguiente

Cómo educar para habitar un mundo con IA: más allá de aprender a usar herramientas