manifiesto
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Educar en lo digital va mucho más allá de enseñar a usar una herramienta.
Es aprender a mirar.
Es formar criterio.
Es generar espacios donde también se cuestiona, se siente y se piensa con libertad.
Creo en una educación que aúne pensamiento y emoción.
Que no solo transmite, sino que transforma.
Que no se deja arrastrar por las modas tecnológicas,
pero tampoco les da la espalda.
Trabajo con quienes educan cada día:
en aulas, en casas, en redes y en la vida.
Con quienes buscan herramientas, no atajos.
Con quienes saben que las redes enseñan,
a veces cosas valiosas, otras profundamente dañinas.
Con quienes entienden que lo digital no es neutral,
y que sin pensamiento crítico, la inteligencia artificial
deja de ser herramienta para convertirse en ruido.
También acompaño a quienes alguna vez sintieron que no encajaban.
A quienes han dudado de su cuerpo, de su voz o de su lugar.
Porque lo digital no solo informa: también modela.
Modela expectativas, silencios, miedos y espejos.
Y lo emocional —ese terreno tantas veces ignorado— también se ve atravesado por pantallas, filtros y algoritmos.
La tecnología puede reforzar estereotipos, repetir violencias sutiles, o convertirse en espacio de refugio, representación y resistencia. Puede apagar voces, o amplificarlas.
Y yo estoy aquí para acompañar esos procesos.
Desde la educación, desde lo humano, desde lo real.
No existe una única forma de habitar lo digital,
pero sí hay formas más conscientes, más humanas y más propias.
Ese camino no tienes por qué recorrerlo sin ayuda.
Estoy aquí para acompañarte.